Presentación

domingo, 10 de junio de 2018

CUENTO SOBRE LOS ANCIANOS

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Esta vez cómo deberes teníamos que hacer un cuento con el tema de los ancianos y que tuviera lugar en Valencia.

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En mi historia una chica de 14 años visita a su abuelo a regañadientes porque prefería estar con sus amigos y siempre que le visitaba se aburría, pero en la casa de su abuelo encontrará algo que cambie su actitud.

Historia completa:

LAS CARTAS

Lara tenía 14 años, vivía con sus padres en Valencia, cerca de la zona central. Era responsable, sacaba buenas notas, obedecía a sus padres y tenía muchos amigos. Como la mayoría de sus compañeros de clase, visitaba a su único abuelo una vez al mes.
El viernes en la entrada de la escuela, estaban hablando unas chicas entre las que se encontraba Lara.
-¿Qué vas a hacer mañana Lara?- le preguntó una de sus amigas, Sonia.
-Pues tengo que visitar a mi abuelo, así que no podré quedar.
-Venga Lara anímate, será divertido, ¿no puedes convencer a tus padres para ir otro día?-insistió otra de sus amigas.
-Tampoco es que me apetezca mucho ir, pero mis padres son estrictos con estas cosas- dijo Lara con desgana.
-Al menos inténtalo por nosotras- insistió Sonia.
-Vale, pero no creo que pueda convencerles.
Después de que acabaran las clases se dirigió hacia su casa, cuando entró sus padres aún no habían llegado, aún les faltaba media hora para terminar de trabajar. después de un rato, sus padres llegaron y se pusieron a comer.
-Mamá, Papá, ¿puedo quedar mañana con mis amigas?
-Lara ya sabes que mañana tenemos que ver a tu abuelo- le dijo su madre.
-Pero si de todas formas cuando voy no hablo mucho con él.
-¿Y no puedes posponerlo?-preguntó su padre.
-Sí, pero…
-Pues ya está, además a tu abuelo le encanta verte.
Cuando acabaron de comer Lara se fue a su habitación a hacer los deberes, mientras que pensaba en lo aburrida que iba a estar mañana. No es que le cayera mal su abuelo, pero ella lo consideraba una persona poco interesante, y además le hubiera gustado pasr el día con sus amigas.
Al día siguiente llegaron Lara y sus padres a casa de su abuelo.
-Hola abuelo- dijo Lara un poco seria.
-Hola Lara, ¡cuánto has crecido en un mes!- bromeó su abuelo.
-Sí, supongo…
Después se fué a la habitación en la que siempre se quedaba estudiando, escuchando música, o en este caso, escribir cuentos, que era una de sus aficiones, por no decir lo que más le gustaba hacer.
Buscando un sitio en el que sentarse a escribir, ojeó el escritorio que había hacia la izquierda de la habitación, estaba más rebosante de papeles que la última vez. Le pareció el mejor sitio para quedarse, así que para que tuviera sitio para apoyarse para escribir apartó algunos montones de hojas y los trasladó temporalmente a unas sillas que habían en la esquina opuesta de la habitación, pero de forma que no los desordenara.
Mientras llevaba las hojas de un lado a otro se le cayeron dos sobres que estaban en la superficie de uno de los montones. Cuando las recogió, leyó que ponía en uno de los sobres un nombre, “Marina”, si no recordaba mal ese era el nombre de su abuela, que no había llegado a conocer porque falleció antes de que ella naciera.
El sobre estaba abierto, y sabía que no estaba bien lo que iba a hacer, pero Lara se caracterizaba por ser muy curiosa y no pudo evitar echarle un vistazo a la carta que había dentro.
La leyó un poco por encima, pero por su contenido parece que es de hace muchos años: en la carta su abuelo le contaba a su abuela que la primera vez que la vió fue mientras paseaba por la Albufera, vió volar un sombrero pamela, después escuchó como una señorita gritaba porque había volado su sombrero, él se acercó a recogerlo y se lo entregó a ella, entonces la miró a los ojos y fue amor a primera vista, después le hablaba sobre lo mucho que la quería y que quería pasar el resto de su vida con ella y le pidió matrimonio.
Elena estaba muy asombrada, no sabía que sus abuelos hubieran tenido una historia de amor así.
Cogió la otra carta esperando que esa fuera la carta de respuesta de su abuela, tenía ganas de saber cómo le dijo que sí. Pero entonces vio que en el segundo sobre aparecía otra vez el nombre de “Marina”, así que no podía ser la carta que esperaba leer.
La carta parecía responder a otra porque ponía que estaba muy contento de que ella estuviera embarazada y que fuera a ser padre, que tenía muchas ganas de contarle historias a su hijo de sus travesuras en el colegio como hacia su padre con él, y algún día podría contárselas también a sus nietos.
Después de leer esto Lara se sintió muy mal, nunca había mostrado mucho interés en la vida de su abuelo, y no sabía que él desde hace mucho antes de que ella naciera quería pasar tiempo con ella.
-Hola Lara, ¿quieres un vaso de agua o algo...?- entró su abuelo a la habitación y la vió con las cartas.
-Lo siento abuelo, es que he visto que ponían el nombre de la abuela y…
-No pasa nada, no te preocupes- dijo sin preocupación alguna.
-Abuelo, ¿te puedo hacer una pregunta?
-La que tú quieras, dime.
-¿Por qué os escribíais tantas cartas la abuela y tú?
-Cuando era más joven solía viajar de un sitio a otro, pero desde que nació tu padre nunca más me he alejado de tu abuela.
-¿Y me podrías contar más cosas de cuando eras joven?
-Claro, ¿cómo qué?
-Pues…
Lara estuvo toda la tarde escuchando historias de su abuelo y se divirtió mucho, además, nunca había visto a su abuelo tan contento, y decidió que lo visitaría más de vez en cuando.

Este trabajo me ha servido como práctica para escribir una historia cometiendo los mínimos errores ortográficos y también para reflexionar sobre la importancia de las personas mayores para la sociedad.

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